«Mi perfume es como un bonito amanecer tras la lluvia, una composición de naranjas, limones, pomelos, bergamota, flores y frutas de mi país natal»,
Giovanni Maria Farina, perfumista.
Fué Giovanni María Farina, quien siguiendo la fórmula del boticario Jian Paolo Feminis fabricó la primera Agua de Colonia en esa misma ciudad alemana, basándose en la fórmula del boticario, pero añadiéndole una serie de nuevos ingredientes que mejoraron mucho el producto primitivo. Farina incorporó además de los aceites esenciales de romero, bergamota, lavanda, naranja y limón que utilizó Feminis, otros aceites esenciales de lima, cedro, pomelo y una serie de hierbas que mantuvo en secreto. Giovanni María Farina ya era un perfumista reconocido cuando mejoró la fórmula del boticario y patentó la primera “Agua de Colonia” como tal.
De hecho, aquella agua perfumada y ligera, revolucionó completamente la fabricación de perfumes en toda Europa, pues el método de Farina difería notablemente del utilizado por cualquiera de los grandes y pequeños perfumistas artesanos tradicionales.
La nueva norma era ésta: tomando como base alcohol puro, el perfumista italiano lo destilaba varias veces, disolvía en él sucesivamente distintas esencias y le añadía diferentes extractos aromáticos. La nueva fragancia tuvo un éxito inmediato, hasta el punto de que supuso una pequeña revolución social entre las clases adineradas, sorprendidas por la frescura de aquel novedoso líquido.
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